La crisis mutante: de los planes de estímulo a los planes antidéficit.



La crisis mutante: de los planes de estímulo a los planes antidéficit.

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La crisis mutante: de los planes de estímulo a los planes antidéficit.


La crisis mutante: de los planes de estímulo a los planes antidéficit.

La crisis económica ha sido y sigue siendo terrible, severa y mutante. No se han encontrado protocolos claros de actuación, y los gobiernos se han visto obligados a pasar de activar planes de estimulo a poner el énfasis en planes antidéficit con el fin de esquivar el acoso angustioso de los mercados a las deudas de los diversos estados.

      La crisis económica y financiera internacional ha obligado a gobiernos de muchos países e instituciones económicas a tomar numerosas medidas para afrontarla y librarse lo más pronto posible de ella. Ha sido y todavía es una crisis terrible que ha impactado directamente sobre los ciudadanos y ha destruido millones de puestos de trabajo. Las quiebras en las empresas se han multiplicado a un ritmo vertiginoso. La crisis ha demostrado ser brutal, compleja y cambiante y los gobiernos no han tenido otro remedio que adaptarse a ella para luchar de la mejor manera posible. Si en un primer momento primaron los planes de estímulo, en una segunda fase, con el severo castigo de los mercados a las deudas y déficits de los Estados, se ha puesto el énfasis ahora en los planes de reducción del déficit. La trayectoria no es nada difícil de identificar en el camino recorrido por la crisis y en las medidas adoptadas por las instituciones.

     Si la actividad económica cae como consecuencia de la crisis, disminuyen las recaudaciones impositivas; si aumenta el desempleo, aumentan las prestaciones, y si además se ponen en marcha numerosos planes de estímulo para afrontar la crisis, resulta inevitable un vertiginoso aumento de los déficits públicos en los diferentes Estados. Una segunda fase de la crisis económica llega como consecuencia de este gran deterioro de las cuentas públicas. Los inversores y los especuladores financieros castigan a los países que muestran problemas de solvencia, de elevada deuda o de alto déficit. Se elevan los intereses por los que estos países podrán refinanciar sus deudas y se incrementan así sus problemas financieros. En esta segunda fase de la crisis, los diferentes Estados ponen en marcha severos planes de ajuste público. Los mercados vigilan y castigan. La austeridad se hace necesaria para aumentar la solvencia y alejar la vigilancia, el acecho asfixiante y el ataque sin piedad de los mercados.

    Esperemos que esta nueva fase de la crisis sea la última, los países saneen sus cuentas y la recuperación económica sea cada vez más consistente. Hemos vivido una crisis severa, terrible, mutante y sin protocolos claros de actuación. Esperemos que la salida final del túnel se encuentre ya cercana y el crecimiento económico sea lo suficientemente contundente para recuperar los millones de puestos de trabajos perdidos permitiendo así que muchas personas puedan rehacer sus vidas después de este angustioso paréntesis. También esperemos que esta crisis tan terrible y severa sirva como lección para no volver a cruzar muchos límites que no deberían haberse cruzado, y  por si acaso, que los dirigentes mundiales pongan suficientes y contundentes barreras u obstáculos para que la codicia y la avaricia de algunos no vuelvan a enfermar de forma tan grave como peligrosa al sistema financiero mundial, con las nefastas consecuencias que ello ha producido.


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